lunes, 27 de abril de 2009

BOQUITA Y BOQUERÒN

Es la historia de un niño apasionado por la investigación y los fenómenos naturales; donde la observación alcanza el máximo nivel de desarrollo, el protagonista también adquiere madurez y admite con gran sentido de responsabilidad, que debe retirarse de una fase, donde la inocencia es mediadora entre lo humano y lo aparentemente inerte; lo hace porque es consciente que debe prepararse para la comprensión y entendimiento de una fase muy superior
PROLOGO

Antes de escribir, pensé hacerlo sobre una historia real, enmarcada en un fenómeno natural, y se me ocurrió pensar que el volcán Galeras, me ofrecería todos los elementos necesarios para que los hechos se ajustaran un poco más a la verdad; pero esto, significaba personalmente para mi, un gran sacrificio; porque me hubiera tocado desplazarme hasta el lugar donde se encuentra el Galeras. Pero, soy estudiante y no contaba con esa posibilidad, empezando por el tiempo no disponible para ello; aunque el tema sigue siendo el mismo, decidí expresarlo en forma general, para no cometer errores de apreciación en la expresión del conocimiento al alcance de mi mano; entonces escribí una historia corta, donde la inocencia y el interés por alcanzar el conocimiento un poco mas científico, juegan un papel importante en la vida de un niño feliz con la naturaleza, que Dios le ha regalado.

Cierta vez, desde la cima de una montaña y trepado en la copa de un árbol, Boquita el Cirujano, expiaba los movimientos de aquel monstruo gigante que permanecía dormido en la oscuridad de la noche y durante las horas del día, se comportaba de manera tranquila e inofensiva. Boquita, era un niño bastante inquieto, a quién, sus amigos le apodaron el Cirujano; porque le gustaba la investigación llevada a la etapa experimental, siempre con la finalidad de explorar con detenimiento, el origen de fenómenos naturales; tales como: Las causas, por medio del cual, se produce el rayo o el ¿Por qué? de la erupción volcánica, ò el ¿Por qué? Se producen los tornados; estos temas le apasionaban mucho. Con el paso del tiempo, Boquita el Cirujano, se había convertido en un buen escalador y su condición física y mental, le permitía trepar con agilidad las alturas hasta alcanzar la copa del árbol predilecto, que para él, se había convertido en un sitio estratégico para la observación; vigilaba durante interminables horas, el comportamiento de aquel gigante esbelto y empinado, a quién él, le había llamado Boquerón, debido a la profundidad de su boca, expandida en el pico mas alto.
Boquerón, era una montaña grande, que se había levantado a sus anchas y había tomado la forma de espiral, siempre permanecía encubierta por la abundante vegetación; observar la montaña, le producía al espectador, una sensación agradable, era palpar desde lo alto, una gran alfombra verde, sobre un montículo de tierra que embellecía el paisaje natural y atraía la mirada de los visitantes; a simple vista, se podía diferenciar, las curvas y protuberancias con las entrantes y salientes que le dan al terreno la característica de quiebres rugosos, que con el paso de los años, parecen estirarse y encogerse al mismo tiempo.

Boquita el Cirujano, estaba tan familiarizado con la montaña, que aprendió a quererla y, a conocerla muy bien; todos los días, la recorría de abajo hacia arriba en forma de zig zag, hasta escalarla por completo. Una vez, en el camino hacia la cima; Boquita el Cirujano, avanzaba desprevenidamente por el tramo que la perseverancia, le había hecho aprender de memoria; de repente, escuchó quejidos, que al parecer salían del interior de la montaña. Por primera vez, en su vida, desde que se dio a la tarea de escalar la montaña, sintió temor, ante aquel espeluznante eructo que retumbó en la caverna. ¿Qué gran susto? Se llevó Boquita; permaneció estático por espacio de varios segundos, sus ojos estaban desorbitados, no le quedó pelo, que no lo chuzara al ponérsele de punta; en ese momento, parecía un verdadero erizo, entonces, el miedo le invadió por completo; tanto, que cambió la dirección y huyó despavorido hasta su sitio de observación, la copa del árbol cercano a la montaña. Pasó mucho tiempo; para que Boquita el Cirujano, saliera de su asombro y empezara a comprender el suceso natural, poco después se dedicó a estudiar el fenómeno hasta averiguar lo que realmente, sucedía en el interior de la montaña. En ese momento, recurrió a la práctica e hizo uso del aprendizaje de la serie de televisión, llamada Exploradores por Naturaleza: “Tomó un pedazo de manguera y colocó un embudo en cada uno de los extremos, hasta construir un estetoscopio”. Tal y como si fuera un Cirujano de verdad; Boquita, hacía uso de su capacidad experimental; contactó su oído a través del instrumento rudimentario con el sitio donde creyó, localizar el corazón de la montaña. Nuevamente, su oído percibía el mismo ruido, producto de un estruendo tenebroso. En efecto, su inocente imaginación, confirmó lo que para el Cirujano, eran sospechas; ¡Algo andaba mal, en el interior de la montaña!; y esto lo dejaba pensativo. Cuando reaccionó, apretó su cabeza con las manos y con un gesto de preocupación le dijo a su paciente: ¡Uf! Mi querido Boquerón, estás muy enfermo, tu boca huele mal y la revoltura estomacal ha afectado tus entrañas, tanto, como el viento agita a la tempestad; a mi parecer, continuaba hablando y aunque su mirada se extraviara en la realidad y la duda le hiciera pensar otra cosa distinta, al padecimiento de una Gastritis Crónica.

Ante, aquellas palabras, Boquerón enfermó, también de tristeza, y su aspecto físico se fue deteriorando poco a poco, en ocasiones su color verde, se tornaba pálido, su pulso era cada vez mas intenso con niveles de presión bastante altos, es decir, su organismo había entrado en completa actividad; de su piel brotaban gotas como riadas que siguen el curso de las aguas, aprovechando la gravedad. Desde ese momento, Boquita el Cirujano, comprendió: Que aquel juego inocente, en el que se había tomado muy en serio, el apodo impuesto por sus amigos había llegado a su fin. Fue en ese instante, cuando Boquita el Cirujano, empezaba a comprender el fenómeno natural, porque en lugar de corazón, el interior de la montaña lo llenaba un gran vacío en forma de cono, su vértice apuntaba hacia el fondo y la proyección de su base estaba hacia la cima. Lloró amargamente, echado al pie de la montaña, recordando los momentos en que había disfrutado a plenitud, la cercanía a esa loma gigantesca, que desde el principio le produjo un gran impacto; y aunque ninguno de los dos lo reconociera; con la despedida el proceso de observación llegaba poco a poquito a su etapa final, ante esta realidad, Boquita el Cirujano, se enternecía cada vez que pensaba en la proximidad de la separación de su montaña amiga; estaban acostumbrados el uno, a la presencia y compañía del otro. Por causas naturales, Boquita el Cirujano, sintió la necesidad de abandonar el lugar; el despertar de un largo sueño, y el comportamiento activo de su amigo Boquerón, lo trasportaba a una fase nueva que lo conduciría a la búsqueda de un conocimiento mucho mas amplio; después, de hacerse ésta reflexión, se alejó por completo. Meses mas tarde, tras una larga tarea de investigación, Boquita, regresó a su vida normal, recurrió a otros mecanismos que le permitieron concluir; que ese monstruo gigante, con quien, en su infancia, logró establecer verdaderos lazos de amistad; reunía todas las características de un volcán; razón suficiente para marcharse hacia el inicio de otra etapa de preparación acerca de los fenómenos naturales.
Autor : JUAN PABLO GALÀN MACHADO
Grado 6°C

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